Memorias de un viaje…

02/16/2025
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Sé que es poco creíble decir que no soy una alma viajera, pero la verdad es que no disfruto tanto de los viajes. Y, desde hace varios años, la vida me ha puesto a viajar mucho, así que supongo que algo debo trabajar, porque por algo se cruzan tantos viajes en mi camino. Me cuesta mucho estar en los aeropuertos, el sentirme encerrada por tantas horas, el no tener aire fresco… pero ahí vamos, ¡a la aventura!

Este viaje ha significado mucho para mí, ha sido muy retador, pero sobre todo revelador. El tiempo voló, pero se me hizo eterno. Siento que no hice nada, pero al mirar atrás veo claramente todo lo que apareció en el camino y, ¡vaya que estuvo retador!

El objetivo del viaje era acompañar a mi humanito, trabajar y tener tiempo para reconectar conmigo misma. Hubo mucho trabajo, incluso surgieron nuevos proyectos que me pusieron a prueba y me revelaron muchas cosas interesantes. Tenía tiempo que no sentía tanto estrés y la memoria de mi cuerpo volvió… ¡y esto fue muy interesante!

Cuando leo blogs de viajes, suelo pensar que nos muestran solo burbujas turísticas, porque adentrarse en un lugar es muy complejo. Así que, aquí va un poco de mi burbuja.

Para este viaje, decidimos no visitar otros países, solo quedarnos aquí e intentar adentrarnos un poquito más en este lugar, y la verdad, me sirvió mucho.

Malasia es un país con una marcada diversidad étnica y religiosa, y esto te das cuenta de inmediato. Caminar por Kuala Lumpur es ver la gran diversidad en la vestimenta de las mujeres. Hay muchas usando hiyab, pero también hermosas vestimentas hindúes y chicas vestidas como personajes de manga o con un estilo asiático-japonés. El clima aquí es tropical, y la ropa me parece interesante, ya que creo que en Occidente tendemos a cambiarla mucho ante climas como este. El cuerpo de la mujer y lo que usa refleja una gran diferencia con Occidente. Esto me hizo reflexionar profundamente sobre mi cuerpo, mi ropa, mi libertad y cómo intentar encontrar un punto de comodidad conmigo misma, soltando mis creencias arraigadas de qué es lo correcto y lo que para otras culturas no lo es.

Una cosa muy curiosa que me llamó la atención es que muchísimas mujeres usan lentillas de colores. Hay montones de lugares que las venden, así que ves muchos ojos de colores en las miradas. Para mí fue un poco difícil conectar a través de los ojos porque me costaba mucho encontrar la verdaera mirada.

Durante este viaje, nos movimos mucho en taxi, ya que el transporte público era más lento. Kuala Lumpur es una ciudad diseñada para los autos, no ves a mucha gente caminando o en bicicleta. Malasia tiene una gran influencia inglesa porque fue colonia británica hasta 1963. La mayoría de la gente habla inglés y conducen por el lado izquierdo. Tomamos más de 26 taxis, y lo más interesante fue ver lo globalizados que estamos: de esos 26, solo dos veces escuchamos música asiática. El resto fue música en inglés de artistas muy populares, ¡incluso escuchamos a Bad Bunny!

Me emocionaba estar aquí durante el Año Nuevo Chino. Siempre me ha llamado la atención esta celebración, sobre todo por los rituales, y porque la celebran con la primera luna nueva del año, lo que me parece fascinante. Estando aquí, descubrí muchos de los rituales, desde los más comerciales hasta los más espirituales, y eso me encantó. Sin embargo, mi entusiasmo por la celebración comenzó a desvanecerse, ya que, desde el primer día, hubo mucha pirotecnia. Pensé que sería solo por un día o un par de días, pero hasta mi última noche hubo fuegos artificiales todas las noches. Esto hizo que no pudiera dormir bien. No tuve una sola noche en la que no me despertara por el ruido, sumado a que una de las principales religiones aquí es el islam, y hacen sus rezos a diferentes horas del día. Desde nuestra habitación del hotel se escuchaban incluso muy temprano por la mañana, así que el ruido y los sonidos fueron constantes en este viaje. Al final, no pude disfrutar tanto del Año Nuevo Chino, ¡jiji!

Estar más de un mes en un hotel te hace volverte parte de él. No es la primera vez que vivo algo así, por lo que ya no disfruto tanto de los hoteles. Sé que no son los lugares más limpios para estar, jiji. Solo limpian lo más superficial, y cuando vives allí varios días, te das cuenta de todos los detallitos (soy muy maniatica con eso). Lo que me gustó aquí es que las personas que venían a limpiar se quitaban los zapatos para entrar, y eso me encanta porque, en casa, nunca usamos zapatos dentro, y eso también lo hacemos en los hoteles… ¡Así son mis manías, jiji!

Hubo muchos lugares que disfruté mucho. Aquí van mis favoritos, pero creo que, sin lugar a dudas, lo mejor de este viaje y de mi vida es la compañía de mi humanito. De verdad, no importa el lugar o los retos que tenga ese lugar, la compañía siempre es lo que marca la diferencia.

Esta aventura me dejó muchos aprendizajes, desde lo que vi y visité, hasta los cursos que tomé. Finalmente terminé mi curso de neurociencia, tomé un taller de meditación, otro de respiración, leí varios libros que, sin duda, parecían destinados para este viaje, y pude hacer muchísimo trabajo de introspección. Tuve momentos catárticos y retadores, y siento claramente que, en esta recta final, ya estoy muy drenada. Me alimenté mal, me caí, me fui debilitando por no poder dormir, tuve días estresantes, no pude hacer ejercicio como me hubiera gustado, pasé por días de muchísima adrenalina y también por días muy oscuros. Caí en estados depresivos fuertes, pero en todo momento estuve consciente de cada sensación de mi cuerpo, de cada grito interno. Esta vez, el torbellino de emociones fue diferente. Comprendí de dónde venía todo, lo hablé con mi humanito. A veces suelo callarme cuando me pasa esto, pero esta vez no lo hice. Pedí ayuda, y él, con todo su amor, supo estar conmigo, con abrazos, sonrisas, detalles, y también con esos silencios que tanto valoro. Esta vez entendí que así es mi vida, que así soy yo, que podría medicarme para pasarla un pelín mejor, pero de momento no lo voy a hacer. Todavía tengo recursos para echar a andar, y quiero seguir intentándolo hasta que mi fuerza se agote. Así es esto de vivir con un alto voltaje emocional.

No sé si alguien ha leído todo esto y ha llegado hasta aquí, pero está bonito tener un blog para sacar esas punzaditas del corazón.

Gracias Kuala Lumpur por recibirnos, ahora es tiempo de volver a nuestro hogar.

Abrazos grandes.

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#alto_voltaje_emocional

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